que hubo veces
cuando venías
hacia mí
que yo creí
que te elevabas
ingrávida
y sonriente
y el entorno radiante
se expandía
y reventaba
caí golpeándome
la espalda,
en este umbral
donde maúlla
un gato,
estoy sentado
en los peldaños
disparejos
de la entrada
la ciudad de noche
murmura su sonido
y ofrece sus destellos
de colores,
su compañía
cae la ceniza
de este cigarrillo,
la voluta
azul asciende
a perderse
y confundirse
con las estrellas
con el firmamento,
hacia el que estiro
mi otra mano
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