sábado, 4 de septiembre de 2010

tanto fue mi amor

que hubo veces

cuando venías
hacia mí

que yo creí
que te elevabas
ingrávida
y sonriente

y el entorno radiante
se expandía
y reventaba

caí golpeándome
la espalda,
en este umbral

donde maúlla
un gato,

estoy sentado
en los peldaños
disparejos
de la entrada

la ciudad de noche
murmura su sonido
y ofrece sus destellos
de colores,
su compañía

cae la ceniza
de este cigarrillo,
la voluta
azul asciende
a perderse

y confundirse
con las estrellas

con el firmamento,
hacia el que estiro

mi otra mano

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