miércoles, 29 de septiembre de 2010

a los pocos pero pacientes seguidores de la historia principal, les informo que los textos están en revisión para darle una forma más literaria, es decir con más relación con esta forma de exposición
hace mucho dejé de creer en los soportes actuales para la escritura, por razones parecidas a las de nuestro Juan Luis Martínez y otras más difíciles de defender, pero más sentidas.

me parece que la poesía es un ejercico del lenguaje, que tiene más que ver con la forma en que éste funciona en una psiquis y es usado por ella, que con la escritura misma, su publicación y su corolario de obligaciones.

por esta razón soy también un agradecido de ciertas disciplinas que han efectuado un aporte central a los recursos expresivos del lenguaje, como es el caso del psicoanálisis, la psicoterapia cognitiva, la programación neurolinguística y el psicodrama, entre otras. Su acercamiento a la psiquis humana, en la parte que al lenguaje se refiere, es invaluable. Cualquier texto literario referido al estado de las almas debe considerar estos recursos disponibles, objetarlos o tomar posición.

dada la paradoja, y aceptada en un momento la exposición o publicación de textos, creo que debe ser con absoluta claridad sobre el soporte elegido y sus efectos.
estas palabras no quieren ser una propedéutica, más me interesa el reflejo de ellas sobre mí desde este extraño escenario que es un blog en Internet.

agradezco los comentarios y el estímulo de aquellos que han estado leyendo, y en mi defensa les recuerdo que el empobrecimiento del lenguaje hoy en uso, sólo habla de los tiempos y lugares donde nos ha correspondido vivir.
no dejo de recordar a Borges y sus afirmaciones sobre la valentía; yo también la extraño, a pesar de la crítica quizá resentida, que dice que esas afirmaciones son delirios aristocrátizantes. Quién sabe. El resentimiento es una fuerza mayor y válida. Probablemente sólo se debe hablar desde la herida, desde las heridas, las incurables, las que nos matarán.

tal vez sea el único modo hoy en día de reconocer al que tenemos frente a nosotros, de tomar conciencia de que no estamos sólo frente al siguiente objeto percibido, esta vez un un cuerpo, sino frente a una sustancia inasible, soportada en ese cuerpo, valiosísima, única, el hombre, ese hombre, ese atribulado ser en el tiempo. nada más y nada menos que la viejísima compasión

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