se apoyó el sol
sobre mi cuerpo
arrastró su cálido
aliento
desde mis pies
hasta mi cintura
lentamente,
demoró allí
su recorrido
como una amante
dedicada
subió girando
en torno mío
hasta mis ojos,
decidido
ingrávido
absoluto
te trajo entonces
de repente,
apoyando tu pecho
tibio
sobre mi lengua
como si fueses
el pan recién
consagrado
y te entregó a mí
en un intenso
altar de luz
como a una hija,
una princesa
radiante
No hay comentarios:
Publicar un comentario